Tengo miedo, preocupación y ansiedad

Todos se preocupan. Todo el mundo ha tenido un problema con la ansiedad, incluyéndome a mí.

A pesar del hecho de que generalmente pensamos que “Dios está en contra de nuestro miedo, preocupación y ansiedad”, parece que nunca logramos superar por completo el control de estas emociones.

Dios nos creó como seres emocionales. Nuestras emociones son dadas por Dios para ponernos “en movimiento”.

Por ejemplo, la ira es impulsada por una sensación de injusticia y un deseo de oponerse a algo que sentimos que no es justo o correcto. De la misma manera, el miedo es una emoción dada por Dios cuando nuestra mente nos alerta del peligro, real o percibido. La ansiedad es lo que sentimos cuando nuestro cuerpo responde a la emoción del miedo. La preocupación es el proceso de pensamiento que reflexiona y da poder a lo que causa nuestro miedo.

El miedo, la preocupación y la ansiedad aparecen juntos y se retroalimentan en las diversas situaciones en las que acecha el peligro. Incluso en momentos en que no sabemos por qué nos sentimos ansiosos, nuestro cerebro ha aprendido previamente a temer en una situación similar que simplemente no podemos recordar en ese momento.

Nuestra ansiedad está ligada a nuestras experiencias de vida y patrones de pensamiento, no a algún defecto biológico aleatorio.

Para ser imparciales, no todos experimentamos miedo, preocupación y ansiedad de la misma manera. Los diferentes cuerpos se sienten de manera diferente a pesar de los procesos de pensamiento y las experiencias similares, pero Dios no nos dijo que peleáramos una batalla que es imposible de ganar.

Con la ayuda de Dios, cada uno de nosotros puede mejorar progresivamente en la forma en que luchamos contra el miedo, la preocupación y la ansiedad.

A lo largo de los evangelios, Jesús se refirió al miedo, la preocupación y la ansiedad que experimentaban quienes lo rodeaban. Sin embargo, no solo hizo esto para brindar consuelo físico a quienes experimentaban los efectos nocivos de la ansiedad. Desafió a aquellos con los que se encontraba a comprender el significado espiritual de su ansiedad. El miedo, la preocupación y la ansiedad afectan nuestra salud física, pero también reflejan nuestra salud espiritual. Las respuestas de nuestro cerebro están más influenciadas por nuestros corazones y nuestros valores. Nuestros pensamientos y acciones reflejan la condición espiritual de nuestros corazones.

Jesús nos enseñó a examinar nuestro miedo, preocupación y ansiedad. En conversaciones con Jesús, Sus preguntas a menudo expusieron los valores y pensamientos que causaban miedo, ansiedad y preocupación. Su objetivo nunca fue avergonzar a quienes lo buscaban honestamente, sino que sus preguntas eran una invitación a confiar en Él como el creador y proveedor de todo lo que realmente necesitaban.

Aunque Jesús estaba lleno de compasión, su objetivo principal no era simplemente eliminar la incomodidad física que traen a nuestra vida el miedo, la preocupación y la ansiedad. Él nos enseñó que nuestras emociones reflejan lo que sucede en nuestros corazones, valores y pensamientos.

Si vamos a tomar nuestra fe en serio, debemos escuchar las pistas que la ansiedad nos brinda.

“Más bien, busquen primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas les serán añadidas. Por lo tanto, no se angustien por el mañana, el cual tendrá sus propios afanes. Cada día tiene ya sus problemas.” Mateo 6:33-34