¿Muchas preguntas y pocas respuestas?

Una de las características más impresionantes de la mente humana es la capacidad de razonamiento que tiene, desde que comenzamos a dominar el lenguaje en nuestra infancia se despierta en nosotros la curiosidad por lo que nos rodea, comenzamos a pensar, de niños vivimos abstraídos en nuestros pensamientos, preguntando el por qué de las cosas, conociendo y apenas entendiendo el entorno que nos rodea, vamos creciendo y comenzamos a tener una idea de quienes somos, nos damos cuenta de que podemos pensar y decidir bajo nuestros propios criterios.

A medida que pasan los años comienzan a surgir preguntas y aquellos porqués que parecían simples de contestar se vuelven más complejos, muchas veces frustrándonos porque vemos que la realidad es muy diferente a la que esperábamos vivir. Aparecen en nuestra mente los porqués llenos de culpas, los porqués llenos de miedos, los porqués llenos de injusticia, llenos de tristeza, llenos de tantas emociones, porqués a los que no le encontramos respuestas… ¿Por qué si me esforcé tanto en la vida hoy no tengo nada? ¿Por qué si luche tanto por mi vida sentimental hoy soy infeliz? ¿Por qué tanto sufrimiento? ¿Por qué tanta injusticia?

Muchas de estas preguntas llegan en momentos críticos donde nos sentimos confundidos y perdidos en medio de las dificultades, no sabemos que hacer y no encontramos la solución lógica para resolver la situación. Hay respuestas que vendrán con el pasar del tiempo, respuestas que llegaran cuando aprendas a ser consciente del momento y entender que a veces no hay que entender, que no todo tiene una respuesta lógica, que a veces hay que dejar pasar el momento y seguir adelante.

Mientras te mantengas estancado tratando de resolver algo que quizás no tenga respuesta en ese momento, te estarás perdiendo la oportunidad de vivir el presente, de vivir el ahora.

Dios trabaja con el tiempo para contestar tus preguntas o simplemente te bendice con algo mucho mejor haciendo que ya no te importa la respuesta.

No busques entender, busca avanzar, busca seguir adelante, lo que hoy no entiendes, lo entenderás después.

Todo tiene su momento oportuno; hay un tiempo para todo lo que se hace bajo el cielo. Eclesiastés 3:1

¡Dios te bendiga!