Mantén tu fe y ve por ello
Para que podamos ver una semilla dar fruto primero debemos sembrarla, luego regarla y cuidarla. Hay insectos que son perjudiciales para la vida de una planta, pueden llegar a convertirse en algo muy molesto, al igual que los hongos que pueden llegar a enfermarla. Si no protegemos nuestra siembra de aquello que pueda dañarla no veremos los frutos que pueda traer consigo aquella semilla.
Luego de sembrarla, no andamos llorándole a la semilla porque el día anterior la sembramos y todavía no vemos la flor, no nos frustramos ni le reclamamos porque entendemos que ella lleva su proceso, se toma su tiempo, tampoco nos sentamos a llorar mientras vemos como el insecto se come nuestra planta y nos quedamos sin hacer nada, más bien actuamos para protegerla a toda costa, debemos cuidarla con paciencia, esfuerzo y cariño, día tras día haciendo nuestra parte, sabiendo que si lo hacemos correctamente aquella pequeña semilla nos recompensara con flores y frutos.
Ahora bien, ¿Te das cuenta de que al cuidarla estás soñando y esperando algo que aún no has visto? ¿Por qué cuando lo haces con algo externo tienes paciencia y te esfuerzas con cariño, pero cuando es para ti mismo te desesperas y te frustras si no lo consigues?
Todo sueño dependiendo de cuan ambicioso sea toma su tiempo y esfuerzo, para lograr aquello que anhelas debes comenzar desde lo más simple, como sembrar la semilla e ir trabajando con paciencia y cariño en aquello que te has propuesto, vendrán los insectos (dificultades) y los hongos (problemas) que trataran de dañar tu semilla, lo que has plantado, pero es allí donde tendrás que actuar, protegiendo tu sueño de todo aquello que quiera opacarlo.
Si Dios colocó un sueño dentro de ti y sientes que la vida se te va sin realizarlo, no permitas que esto te aflija. Recuerda que el tiempo de Dios es perfecto y eso que tanto quieres llegará a tu vida. Sigue creyendo, haz tu parte, ten paciencia y él te honrará.
Pues Dios es quien produce en ustedes tanto el querer como el hacer para que se cumpla su buena voluntad. Filipenses 2:13 (NVI)
¡Dios te bendiga!